CARACOLILLO DE CADIZ Y LOS ZAPATOS DE TERCIOPELO

Dicen que en el Siglo XVI el terciopelo se convirtió en un tejido de lujo, símbolo de poder y de prestigio. Durante el Renacimiento, ciudades como Lucca, Florencia, Venecia y Génova se convirtieron en grandes productoras de esta tela donde el terciopelo se utilizaba para confeccionar trajes destinados a las clases más pudientes.

Ayer se presentó Esteban Guerrero, conocido artísticamente como Caracolillo de Cádiz, con quizás uno de los mejores tocaores del panorama actual, Paco León. Estarán pensando que ando arriesgándome mucho porque podemos estar de acuerdo de que no estamos en la edad de oro del cante, pero en la guitarra de acompañamiento, me permitirán que diga que si tengo que hacer una lista de buenos guitarristas no me da tiempo a contarles nada de lo de anoche. 

Por cierto, hablando de cante, ayer llegaba al Torres Macarena parte de la afición de la Peña “La Bambera” levitando tras la actuación de Perrete, lo cual hizo que para algunos remeterse en el sentir fuera misión imposible. Ya saben aquello de la "fantiga sensorial" de nuestras papilas que si comenzamos con un sabor muy intenso, como algo muy picante, salado o ácido, nuestras papilas gustativas se "saturan" y se vuelven menos sensibles a los sabores más suaves que consumamos después. Habrá que leer a Kiko Valle.

El recital comenzó con unas alegrías lentísimas. Caracolillo, maduro en este palo, inició el primer tercio por abajo, con una bajañí que sonaba como una alfombra roja al encadenamiento monosilábico de la lentitud del cante. El cierre, con el tercer y cuarto tercio fueron, como se esperaba, por arriba. 

Luego dos letras por malagueñas dedicadas a su madre, iniciando la senda por aquella de la pena de Pepe Pinto. Luego Mellizo con “loco por un sentir” subiendo a la bóveda de la catedral de Cádiz. Las falsetas de Pepe León eran el interludio necesario, pero brillaban como el oro en la roca.

Las seguiriyas fueron, quizás, la sorpresa de la noche. Caracolillo superó las expectativas con su interpretación, ofreciendo tres letras que merecieron una larga ovación final. La primera seguiriya “debajito al romero”. Después “contemplarme a mi mare que no llore más” que nos encanta por Santiago Donday y que grabara también Agujetas. Cerrando por “de Santiago y Santa Ana” por Terremoto.

El primer pase se cerró con unos tangos caleteros que, aunque glucosillos, sirvieron para conectar con el público general. El estribillo "Perla mía, yo no te puedo olvidar" sabe combinar el sonido clásico con el soniquete mainstream.

El segundo pase arrancó con una soleá de Cádiz, seguida de unas bulerías que recordaron más a un cuplé por bulerías. En este momento, Caracolillo rindió homenaje a grandes figuras como Juanito Villar y, especialmente, al Turronero, un artista desgraciadamente poco recordado. Cierra con un fandango dentro de esas mismas bulerias.

Para cerrar, el Caracolillo ofreció unos fandangos cerrando un segundo pase más corto, quizás faltó un fin de fiesta.

Esteban lleva unos zapatos de terciopelo, porque no sólo sabe los terrenos que pisa, y quien es, sino porque lleva todo el aire de su tierra y de los tiempos en los que los barcos traían esas telas desde Italia.

PD: Por cierto, feliz cumpleaños Angelita Montoya

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