Interesante recital para cerrar la esplendorosa 1ª edición de la entrega de los premios Mediterráneos que ha entregado Acción Exterior de la Junta de Andalucía, junto con el Gobierno de Marruecos en la Fundación Tres Culturas del Mediterráneo en Sevilla
Para cerrar estos premios se apostó
por esta actuación en formato de trío con los artistas Laura Vital, Faiçal
Kourrich y David Caro.
No les tengo que decir el marco de la
actuación, sino que la propuesta no podía ir más acorde al acto ni lucir ese pabellón
como no lo había hecho nunca.
Una mezcla de temas y ritmos cuyos melismas nos llevan al oído el encuentro de esas músicas, que más allá de debates, algo tendrán que ver.
Destaca profundamente el soniquetazo,
digámoslo así, de Faiçal Kourrich, gran conocedor de la pieza y que eleva
especialmente en este comienzo de actuación.
Vital aborda el segundo tema con
formato de Soleá de Triana con moashara marroquí con letra de Antonio Manuel. Interesante interpretación donde
acompaña de manera pulquérrima David Caro.
Luego se cantó un tema mítico de la música
clásica árabe; Alf Lila we Lila (las mil y una noche) de Umm Kulthum (Egipto) que
empezó por granaina flamenca y terminó por tientos. Vital la hace a la manera
de Lole Montoya en ese disco que pasa a la historia para siempre con su
inseparable pareja Manuel Molina. Este tema, que permite ese juego de acercarlo
a ritmos flamencos, es normalmente interpretado por aquí, pero conociendo bien la
canción que dura más de 10 minutos, todavía creemos que podría algunos artistas
hacerlo brillar de otra manera acercándolo al flamenco. Ahí lo dejamos.
Luego otro tema que nos interesó pero
que no vimos rematar. Unas malagueñas y abandolaos, que terminan en unos
verdiales donde Faiçal podría habernos deleitados con alguna falseta de los
montes de Almogía. Laura, como en casi todo el recital, comienza tan alto que
luego no le queda sino subir en los demás tercios, privándonos de sus bajos.
A este pequeño sinsabor, le sigue
unos tangos flamencos con estribillos en árabe y ladino. Sin duda el tango, y
en algunas fases el tanguillo, claramente es lo que mejor se adapta a este
experimento arabesco.
El colofón a este recital fueron los
fandangos de la libertad que popularizaba el Lebrijano, y en los que la letra
maravillosa retumbó en un pabellón, que abría su cúpula para dejar escapar al cielo
del ocaso de la primavera de Sevilla esa letra del eterno cantaor de Lebrija.
Un momento que sorprendió a los presentes ante tamaña belleza.
Un gran colofón a un acto, en lo que,
en el estricto recital, no parecío que sobresalia el hermosísimo y
flamenquísimo violín de Faiçál Kourrich, para que vean!.
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